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05 de agosto 2016

Ana Natalucci

Investigadora Adjunta del CONICET.

LA CARAVANA DE LA DIGNIDAD (SOBRE LA MARCHA DEL 7 DE AGOSTO)

Tiempo de lectura: 5 minutos

Después de poco más de una década discutiendo acerca de la calidad del empleo y la reducción del trabajo precario, el problema de la desocupación se ha instalado nuevamente en el debate público. Las condiciones son bastante diferentes a las que conocimos en los noventa, tal una de ellas tenga relación con las nuevas experiencias organizativas surgidas durante el kirchnerismo.

La organización de los desocupados siempre ha significado un problema político y sociológico, la experiencia piquetera en la Argentina fue paradigmática para revertir una serie de argumentos que acusaban a los trabajadores que se quedaban sin trabajo o que simplemente nunca lo habían tenido de lumpen proletariado y, en consecuencia, remarcaban su imposibilidad para la organización política. Haciendo un breve racconto, las organizaciones piqueteras emergieron en general entre 1996 y 1997, con algunas excepciones anteriores, como la Coordinadora de Desocupados de Cruz del Eje en 1994. En un primer momento, estaban integradas por trabajadores que habían sido despedidos de sus trabajos formales, quienes reclamaban por trabajo. A partir de 1999, con la expansión al conurbano bonaerense se incorporaron organizaciones integradas por sectores que nunca habían tenido un trabajo formal, sólo changas. Se resignificaron las demandas por trabajo a planes sociales y bolsones de comida, sus acciones se dividían entre los cortes de ruta y accesos a la ciudad de Buenos Aires y la extensa distribución de comedores populares. Aún con estos desplazamientos, las organizaciones piqueteras lograron instalar la idea de las transformaciones en el mundo del trabajo, expresada en la consigna “la nueva fábrica es el barrio”. Estas fueron fundamentales para que aquellas discutieran nuevos modos de hacer política, prácticas como la horizontalidad, la resignificación sobre el cambio social entendido desde abajo y un fuerte cuestionamiento al Estado que exaltó la conformación de un ethos destituyente. Tal vez la incapacidad de los sectores movilizados hasta 2002 de ofrecer una propuesta política para las elecciones de 2003 sea el ejemplo de ese ethos.

organizaciones integradas por sectores que nunca habían tenido un trabajo formal

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Con el advenimiento del kirchnerismo, la reactivación de la economía y la reorganización de la política social, las organizaciones piqueteras fueron mutando en otros tipos: algunas se concentraron en lo territorial y otras en políticas.

Es cierto que aún con el crecimiento económico, hubo amplios sectores sociales cuyos niveles de vida se mantuvieron muy precarios y deficientes. Pero la situación ha empeorado después del 10 de diciembre. ¿Es posible en este nuevo escenario de monumental transferencia de ingresos a los sectores dominantes que vuelvan a emerger las organizaciones de desocupados?

Parece improbable por dos motivos. Uno vinculado a que una de las consecuencias del kirchnerismo para la cultura política fue la resignificación de ese ethos destituyente, es decir, se discutió acerca de la necesidad de no relegar la participación e intervención del Estado en los asuntos comunes. El Estado volvió a pensarse como un espacio de disputa, más que el mero enemigo que había que combatir o esquivar para construir otra política. Segundo, aún con el crecimiento económico del ciclo kirchnerista quedó claro que el mundo del trabajo no volvería por lo menos en el corto plazo a tener los rasgos de homogeneidad que conocimos hasta mediados de los años setenta. Un sector social no tenía trabajo estable, ni lo tendría en el corto plazo. Por supuesto eso persiste y parece agravarse.

¿Es posible que vuelvan a emerger las organizaciones de desocupados?

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Con ambas convicciones, organizaciones territoriales y políticas  se dedicaron luego de la crisis internacional de 2009 a ensayar experiencias organizativas que pudieran contener a esos trabajadores. Tal vez la organización paradigmática de ese proceso sea la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP). Esta fue fundada el 19 de agosto de 2011 por Emilio Pérsico (Movimiento Evita), Gustavo Vera (La Alameda), Luis Caro (Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas por los Trabajadores -MNER-) y Juan Grabois (Movimiento de Trabajadores Excluidos -MTE-) y conducida por Esteban Castro. Entre los primeros objetivos de la CTEP, estaba el de conformar un espacio que lograra reunir a los trabajadores de la economía social e informal, con trabajos precarios y changas. Otro de los objetivos era integrarse a la Confederación General del Trabajo (CGT) en ese entonces unificada bajo la conducción de Hugo Moyano. La ruptura de este último con el kirchnerismo constituyó un obstáculo para este objetivo.

La novedad de la CTEP podría resaltarse en la formidable capacidad de organizar a un sector disperso, sumamente heterogéneo respecto de sus actividades productivas. Otra novedad es que su forma organizativa no responde a la típica de un movimiento social, como había sucedido con las organizaciones piqueteras. Más bien, tomó como ejemplo el modelo sindical argentino, basado en la organización por ramas (cooperativistas, empresas recuperadas, cartoneros, trabajadores de la vía pública), el monopolio de la representación en cada una de ellas y la pretensión de que el Estado intervenga en la disputa capital-trabajo. Si bien esta forma constituye un desafío por las característica de la actividad, también representa una expectativa que es la de volver a ser parte de la clase trabajadora, con la convicción de serlo aún sin tener un salario y patrón visible.

CTEP y CGT

La política del gobierno de Cambiemos ha empeorado significativamente las condiciones de vida de los sectores representados por la CTEP como por las organizaciones sindicales; la sola apertura de 600 comedores en el Conurbano Bonaerense en los mismos lugares donde los trabajadores de la economía popular iban a capacitarse da cuenta de ello. En este marco, este 7 de agosto, fecha de conmemoración de San Cayetano, Santo de la Providencia, Patrono del Pan y del Trabajo,  la CTEP convocó a una marcha entre la Iglesia sita en el barrio porteño de Liniers y la Plaza de Mayo. Recuerda además la marcha convocada por la CGT Brasil en 1981 también desde San Cayetano con la consigna “Paz, pan y trabajo”. Además de la CTEP, participarán la Corriente Clasista y Combativa, Barrios de Pie, la CTA Autónoma, la CTA de los Trabajadores y la CGT Azopardo. La demanda “Techo, tierra y trabajo” condensa otras concretas: la conversión de los subsidios que reciben los trabajadores de la economía popular en un Salario Complementario Universal y la sanción de una Ley de Emergencia Social por el Congreso de la Nación.

No es casual que el destino de la marcha sea la Plaza de Mayo, tal vez la primera gran movilización al centro del poder político. El Estado no se fue durante el menemismo, no volvió con Néstor y Cristina y ahora se volvería a ir con el gobierno de la alianza de derecha Cambiemos. El Estado no va y viene. El Estado es una relación social, que los actores disputan. Tal vez en los últimos años haya dos aprendizajes: uno que la movilización social debe ser acompañada de la acción política y que el Estado debe intervenir en la intermediación del conflicto social; otro, que no es necesario empezar siempre de nuevo, que en la memoria histórica popular hay saberes y experiencias que recuperar y con los cuales identificarse para tomar fuerza y avanzar.

paz, pan y trabajo

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