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26 de diciembre 2017

Florencia Angilletta

FUEGO QUE CAMINA ENTRE NOSOTRAS: SOBRE ‘TARDA EN APAGARSE’, DE SILVINA GIAGANTI

Tiempo de lectura: 5 minutos

Cuando decimos que los/as grandes intelectuales argentinos/as están atravesados por Borges podemos decir muchas cosas: que lo continúan con justicia –es decir, que lo plagian–, que lo imitan (mal) –es decir, que quieren publicar como Borges–, que no pueden escribir –es decir, que se creen Borges–, que se sienten más allá o en contra de Borges –y entonces sólo pueden hablar de Borges–. Silvina Giaganti (Avellaneda, 1976), escritora, licenciada en Filosofía, docente, es borgeana por motivos bien distintos: porque se inscribe en ese linaje “doble” –bifronte, conflictivo, escurridizo– que caracteriza a Borges como ha señalado, entre otros, Piglia. Así, como la civilización y la barbarie, como los gauchos y la biblioteca universal, como la adjetivación épica y el arte del cuchillo, como la genealogía paterna y materna, Giaganti se deja atravesar por esa gramática borgeana y su primer libro es un tratado sobre el linaje doble y sobre qué hacer con eso. Giaganti es borgeana, además, porque confía en la condensación y la síntesis. Su libro es una cápsula de tiempo literario, empezarlo y no parar hasta terminarlo; en él no hay una palabra ni una coma ni de más ni de menos.

En Giaganti ese linaje de la yuxtaposición inesperada tiene las modulaciones propias de ciertos grupos del siglo XXI: Sarandí y el cosmopolitismo de Nueva York, el barrio y los saberes de la Facultad de Filosofía y Letras, los padres trabajadores y los títulos universitarios de la filósofa. Su libro seduce, como seducen todos esos dobles agentes, esos eruditos inclasificables, esas escrituras huidizas. Quizá este doblaje alcanza su clímax en dos espacios: cuando se cruza con los feminismos y con el dinero. Inventarse un linaje es participar de la literatura argentina. En ese gesto, Giaganti cristaliza una gran apuesta, la de los “feminismos con y sin marco teórico”. Las ficciones de Giaganti son ficciones que tienen ciertos estados de la imaginación pública como posibilidad: en la última década, la Argentina ha tenido avances políticos, jurídicos y sociales para las mujeres y la comunidad LGBT. En 2006, con la ley de Educación Sexual Integral, en 2010 se legaliza el Matrimonio Igualitario y en 2012 se sanciona la ley de Identidad de Género. Mientras tanto, cada día ocurre un femicidio –según las estadísticas no oficiales de Mumala, difundidas a comienzos de 2017–, el aborto es la principal causa de muerte materna y continúa la lucha por la legislación del trabajo sexual. Desde hace tres años, “Ni Una Menos” son las palabras que adopta parte de esta contradicción, esta crisis y esta potencia que habita en el libro de Giaganti.

Giaganti se deja atravesar por esa gramática borgeana y su primer libro es un tratado sobre el linaje doble y sobre qué hacer con eso

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Un libro hoy es también una imagen (“Gemelos Cocteau”), una foto (una cama, nuestro cuarto propio), un prólogo (por Santiago Llach), una editorial (Caleta Olivia), un gesto de publicar un primer libro, una conversación. La que entabla Tarda en apagarse, en línea con los feminismos, se pone en serie con otros dos libros que marcan el pulso de este año: la publicación por Madreselva de Proyecto NUM –editado por Laura Arnés, Nina Kunan, Mariana Lumi, Lucía Reissig y Eugenia Salama– que recopila archivos de vida del “Ni Una Menos” en forma de textos, imágenes, fotografías e intervenciones; y la reciente aparición del libro ¿El futuro es feminista?, editado por Le Monde Diplomatique y Capital Intelectual, del que Giaganti participa con el que, quizá, sea el mejor documento del feminismo argentino: el poema “Las mujeres que me volvieron loca de verdad”. En estos diálogos, Giaganti vuelve legible el “Encuentro Nacional de Mujeres” como “una isla con chicas por tres días” en la que “vamos a hacer talleres de trabajo sexual / de descolonización, de cooperativismo / de aborto seguro y con pastillas”. Un libro después del “Ni Una Menos”, después de las leyes que condensaron agendas, códigos, vocabularios y sólo entonces: “Algún día voy a dedicarme / a leer todo el feminismo/ ahora lo reparto entre otros libros / que también me hablan / de lo que me interesa”. Cojo, coger, cogió, cogimos. Eso además es el libro: una vez con “j” y después siempre con “g”.

Libro-Silvina-Giaganti-1920

Tarda en apagarse es también un tratado sobre el dinero, decíamos, y ahí el libro puede leerse en otra serie con, por ejemplo, la edición argentina de Realismo capitalista, de Mark Fisher, quien busca refrescar el diálogo entre consumo, política y trabajo: podemos ir a la lucha con un latte en una mano y el iphone en la otra, podemos ser revolucionarios y conservadores a la vez. Ese linaje doble asoma sobre el dinero en los versos de Giaganti: “Hasta jubilarse se levantó a las 4.30 de la mañana” o “los fines de semana hacía changas” para pensar las formas de vida del padre, interpeladas por lo que hay que hacer para ganarse la vida, para traer “plata a casa”. A la vez, el otro conjunto de formas de vida de los que no eran “modernos” aparece en un acopio del vocabulario económico de cualquiera de nuestras tribus urbanas: “lapiceras Lamy”, “nutella”, “rescue remedy”, “hamburguesas de remolacha”, “osteópata”. Recrudece el conflicto: “Ahora gano más / que las dos jubilaciones / juntas de mis padres/ y me da una vergüenza enorme”. Los poemas dicen y discuten con esos otros libros de poesía llamados “progresismo”.

Giaganti es una voz de Twitter y su timeline es su gran poema, el gran inconsciente colectivo de nuestra generación hilvanado en esas frases tan adictivas que cualquiera podría haber dicho y ella tuvo la voluntad y la sensibilidad de decir

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Dinero y feminismo es la otra forma de nombrar una forma de vivir, de atravesar o afectar las políticas del bienestar: “Llena de vida” o “no me derrumbo / y los enfermos de la familia piden por mí”. Sobre el gran drama de cómo hacer con las trabas de este tiempo aporta: “el único cigarrillo que fumo / cada día”. Biopolítica: “Las ambulancias rojas y blancas / forman fila una atrás de otra / pegadas al cordón de la vereda / como algunos amigos que necesitas”. Finalmente, “Tomar agua comer fruta” funciona como decálogo de la vida en este “mapa roto de la ciudad”.

Escrituras poéticas de la democracia digital. Giaganti es una voz de Twitter y su timeline es su gran poema, el gran inconsciente colectivo de nuestra generación hilvanado en esas frases tan adictivas que cualquiera podría haber dicho y ella tuvo la voluntad y la sensibilidad de decir. Su mail y su clásico “Gemelos Cocteau” aparecen en el libro: “Cocteau Twins” es la historia del poema “Head Over Heels”. ¿Quién, en definitiva, “tarda en apagarse”? Un título con sujeto tácito que habilita varias respuestas. El cigarrillo, Silvina Giaganti, las redes sociales, la calentura, el kirchnerismo, las reseñas literarias, todos y todas, parece decir el libro.

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