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05 de diciembre 2015

Silvana Aiudi

EMOCIÓN VIOLENTA, DE CARLOS DÁMASO MARTÍNEZ

Tiempo de lectura: 4 minutos

 El mundo está al alcance de la mano de quien lee.

Quien lee se nutre de un poder que (…) no tiene límites.

Angélica Gorodischer

“Ahora estaba allí, inmovilizada por las ataduras, no podía ver, tenía un trapo sucio, maloliente, en los ojos y otro como una mordaza en su boca. Ambos, en realidad, olían a fuerte humedad, eran trapos mal lavados y puestos a secar seguramente a la sombra, en el interior tal vez de ese galpón u habitación en donde se encontraba.”  Así, Carlos Dámaso Martínez da inicio a su último libro Emoción violenta (Alción, 2015). Se trata, esta vez, de una obra compuesta por relatos conectados entre sí según las emociones violentas de los protagonistas. El autor elige el género narrativo cuento, frente a la actual hegemonía de la novela, para narrar asesinatos, secuestros y misterios, reflejados en o como modelo de las noticias o series de televisión. De esta forma, Dámaso Martínez construye mundos de manera cinematográfica en donde el lector se encuentra absorbido por la curiosidad que provocan las historias.

Los cuentos son diez. Entre ellos se encuentra “Emoción violenta”, relato que le da nombre a la obra y que juega con la denominación jurídica homónima: se trata de una ironía, comenta el autor en una entrevista que le hicieron en Radio Nacional. “Emoción violenta”, junto con “El nombre secreto”, retoma la idea borgeana del cuchillo vinculado a la ciudad y el mundo que nos rodea diariamente. Entonces, se habla de los supermercados chinos, de dos paraguayos que se apuñalan y de un joven que mata a su madre en un hotel: “Pobre Má, dije cuando me di cuenta de lo que había hecho. Sí, la ahorqué con mis propias manos (…) yo tenía que defenderme, ella iba a clavarme de cualquier modo ese cuchillo”, dice uno de los personajes. Es así cómo, dentro de la realidad y el policial, a los sujetos los atraviesa la locura, los sentimientos y emociones reflejados, desde la realidad verbal, en la conciencia de los protagonistas y, desde donde, el lector es atrapado haciéndose más vívida la experiencia violenta: “Con los ojos cerrados, siente los quejidos del tipo, la violencia con que la sacude, con que entra en su cuerpo. Dolor, asco, profundo odio, deseos de matarlo, de poder pensar en una venganza sangrienta, pero nuevamente la oscuridad la alcanza y todo es silencio, un descenso al no presente, a otra parte, al olvido y al silencio profundo.”  Con un tema de mayor actualidad, como fue la crisis del 2002, el cuento “El fin” nos inmiscuye en la historia de El Tolo, un desocupado, que comete un crimen. La historia lleva a revivir los piquetes, las protestas sociales y las noticias de esos tiempos: “Le había tocado vivir, como a los de la manifestación que estaba presenciando, esa situación de falta de trabajo y miseria que azotaba al país.”

En relación con la Historia y la ficción, se encuentra, además, “Sombras de guerra” que refiere a Pablo, sargento en la Guerra de Malvinas, y a su padre, cuya narración de vida pronto remitirá a una obra de Rodolfo Walsh: “a su padre le habían pegado unos cuantos balazos en la confitería o bar de Avellaneda”. Aquí, se vinculan dos historias, dos ficciones: la de Pablo y Rosendo. Ese es su principio constructivo. Pero también se destaca, ya desde aspectos metatextuales, el dificultoso camino de escritura, el proceso como espejo de la mente y la concurrencia de voces, la del narrador, lo que le cuentan, la de otra ficción, o no-ficción, es aquello que deviene en escritura: “decidió revisar ese relato, ver cómo se iban ordenando algunas secuencias y cómo podían rellenarse los huecos de la narración breve, concisa y eficaz de Alberto”.

No menos importantes son “De palomas y justicia”, “El viajero”, “El desconcierto”, “Los sustitutos” y “La Puerta del Alba”. Todos ellos presentan un misterio y se manejan bajo la misma línea realista y policial que los anteriores, excepto las dos últimas historias en donde lo fantástico se manifiesta como género predominante y el hecho sobrenatural es, como dice Bioy Casares (1983), aceptado como la solución más verosímil. En “Los sustitutos” aparece la preocupación por el fantasma del loco Ruttini, quien había sido asesinado por su esposa al pegarle un tiro en la cabeza y otro en el pecho. Se sitúa en el campo, el ámbito rural, en donde las leyendas y apariciones son parte de la vida cotidiana de los habitantes del lugar. “La Puerta del Alba”, de características fantásticas neo-góticas, se relaciona con la leyenda napolitana de San Severo, aquel Principi Raimondo Di Sangro que suele pasear con su carroza negra a altas horas de la noche por las calles de Napoli. En ambos, la vacilación, como característica del fantástico, recorre los misterios unidos a los sueños y esa problematización de la visión de la que ya hablaba Rosemary Jackson. En el pacto ficcional, creerle a esa voz que narra es entrar en la fantasmagoría del maravilloso y encantador, como haunting,  universo fantástico.

Las historias de Emoción violenta nos atrapan desde la palabra, la locura, las creencias y juegan, desde la diversidad propia del género literario, con transportarnos a lugares que nos resultan conocidos, aquellos a los que alguna vez nos dirigimos, atravesamos o vivimos, o tal vez, no. En este último caso, la literatura, una vez más, permitirá la comunicación y ofrecerá otra visión de aquello que se encontraba oculto, aquello en lo que no habíamos pensado, aquello que está en la esquina, en una obra en construcción, en las calles, en la ficción, en los medios de comunicación. De hecho, será el inter- medio, en muchos casos, el modelo y reflejo de las emociones violentas: “Le corté la cabeza y las manos (…) como vi que hicieron en la tele”.

Carlos Dámaso Martínez es escritor y Doctor en Letras (Universidad Nacional de Córdoba). Reside en Buenos Aires y es profesor titular e investigador en la Universidad Nacional de las Artes (UNA). Publicó novelas, cuentos y ensayos. Ganó el Premio Fondo Nacional de las Artes 1997 y Eduardo Mallea de la Ciudad de Buenos Aires 1998, con El informante; el Primer Premio Ricardo Rojas Cuento-Novela 2003, con El amor cambia. Entre sus obras más conocidas figuran Hay cenizas en el viento, Hasta que todo arda, La creciente, El otro tiempo (2010), El descubrimiento (2013), entre otros. Sus cuentos conformaron antologías. Varios libros y relatos fueron traducidos al italiano.  Es director de los Portales online sobre Adolfo Bioy Casares y Roberto Arlt de la Biblioteca Virtual Cervantes. Su libro de ensayos más reciente se titula Una poética de la invención. La renovación del fantástico en Bioy Casares (Eduvim, 2015).

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damaso019

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