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31 de mayo 2018

Esteban De Gori

EL PLOMERO JOE

Tiempo de lectura: 4 minutos

En las elecciones de 2008 en Estados Unidos, el candidato republicano John McCain polemizó con la propuesta fiscal de Obama apelando al Plomero Joe. Este micro empresario -dedicado a la plomería y otros servicios- había cuestionado al candidato demócrata cuando visitaba una ciudad obrera en Ohio. Esta controversia que se suscitó en el espacio público, ya que Joe apareció en varios medios, les sirvió a los republicanos para ponerle un rostro y una figura real a su votante y representado en el debate público. Lograron establecer algo más importante: una trayectoria de lo pequeño al modelo económico general, del individuo al cosmos del gobierno central. Un hombre con una realidad laboral inscripto en una proporción mayor. McCain abrió un camino, no tanto para él, sino para futuros republicanos. Joe ayudó a construir una trayectoria visual e identificatoria del programa republicano. Nosotros hablamos con él y al él lo queremos representar. Joe era el “punto cero” de un lazo que se extendía desde él hacia el gobierno federal. Trump aprovechó el legado de campaña de Mc Cain. Le habló a los fatigados de un orden desconsiderado, a los desempleados o empleados precarios que esperaban no solo mejorar el consumo, sino volver al mundo del trabajo, a un universo de respetos sociales y reconocimientos. Trump encontró una audiencia y un discurso que reutilizó tantas veces como pudo. Pero invirtió la interpelación, le otorgó una variación, cuestión que le otorgó un plus de significatividad a algo que se pudiese considerar la imaginación de una comunidad política. Hacer grande a América incluía a todos los plomeros Joe. Si ella era grande también lo serían los plomeros, los desempleados, los soldados, etc. Ningún progresismo que deje de lado la interpelación a una comunidad política posible tiene muchas chances sostenibles frente a otro imaginario político que busca recrearla. El We Can de Obama se quedó a medio camino allí donde el gobierno federal no pudo hacer nada para amplificar el empleo (y sociabilidad) de calidad o salvar desempleados, para reducir las desigualdades entre blancos y negros, para reorientar el flujo empresarial y dotar de solución jurídica definitiva a los inmigrantes.

Joe ayudó a construir una trayectoria visual e identificatoria del programa republicano. Nosotros hablamos con él y al él lo queremos representar

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Macri en la Argentina no tuvo su plomero Joe ni su comunidad posible. Propuso un diálogo y se olvidó de la sociabilidad. Al plomero Joe, el macrismo no lo encontró ni dentro ni fuera de los medios. Tal vez le faltó eso. Primero fueron “María y Antonio”, a los cuales, al principio, solo su audiencia política los conocía por sus nombres y por sus biografías dispersas. Luego introdujo en su discurso a emprendedores diversos acosados por impuestos, a nuevas trayectorias laborales que rozaban la precariedad absoluta. El macrismo los introdujo, no hicieron jugar a ninguno de estas trayectorias laborales afectadas en la campaña ni recorridas de Scioli.

Esa aparición solo a través del discurso provocó una colección de nombres y situaciones poco ancladas y poco referenciables. Existían afectados pero no movilizados, ni dispuestos a aparecer en el espacio público, a mostrarse como el plomero norteamericano. Esto configuró una primera marca de la interpelación del macrismo. Un sujeto borroso, sin aparición, sin movilización.

Estas referencias poco ancladas fueron parte de una estrategia de una ampliación tal de la representación que la fue diluyendo. No redefinió un sujeto fuerte -discursivamente hablando- ni planteó una idea de comunidad posible. Reconciliación y dialogo son propuestas de encuentro, de cruce, pero eso no es una propuesta inmediata de comunidad política.

Al plomero Joe, el macrismo no lo encontró ni dentro ni fuera de los medios

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Macri, en este intento de multiplicar los vasos comunicantes de la representación ni siquiera sacó partido de aquellos sectores que benefició. Hasta ahora buscó y logró con cierto éxito ciertos nichos de representación.

El macrismo tiene una referencia móvil para introducir a los actores en su discurso, es tan movible que pierde -a veces- la frontera de la afectación de intereses y las expectativas de las vidas ciudadanas. Es un intento de atraparlo todo sin tener en cuenta la realidad de los intereses y cuando la dinámica se exacerba su intento se transforma en lobby de los mas poderosos. A veces calibra y otras veces es un elefante en un bazar que al final se topa con los actores, primero con los fuertes. Es un francotirador que busca en cada situación alguien para representar o civilizar en una racionalidad básica. En la Argentina argumentos domésticos como no gastar más de lo que se obtiene posee poca eficacia como reclamo al Estado. No hay movilizaciones pro austeridad. Nadie espera eso del Estado, solo alivios y seguridades. La lógica de estatal no puede ser igual a la de un hogar, imposible. La ética del esfuerzo estatal se vuelve un poco abstracta.

El discurso oficialista busca producir una representación pero por momentos planea sobre los actores. A veces el macrismo no parece necesario ni para ciertos grupos, ni para el capitalismo argentino y global. Como si fuese un capitulo amigable de un país inviable. El macrismo está alejado de una dinámica política donde administre eficazmente en el terreno gubernamental la relación entre lo local y la globalización.

No hay movilizaciones pro austeridad. Nadie espera eso del Estado, solo alivios y seguridades. La lógica de estatal no puede ser igual a la de un hogar, imposible

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Cuando el macrismo piensan en las tarifas no tiene a un plomero Joe como alerta, ni uno de las provincias que clame justicia tarifaria. Se descapitaliza en audiencias y la oposición crece, encuentra camino cuando el oficialismo pierde perspectiva política y de los actores. El veto es un ejercicio, en este caso, de autoridad fallida. El costo tarifario no le va a cerrar a ni a trabajadores, trabajadoras, ni a empresarios, grandes y chicos.

El peronismo tiene todas las tonalidades del plomero Joe, a veces lo extravía cuando coquetea con el mercado y otras lo recupera. Ahora está yendo por un plomero que lo mira desconfiado, pero que puede volver. Si encuentra las debilidades del oficialismo, el peronismo y adyacencias puede regresar con la caja de herramientas.

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Comentarios

  1. Marcelo Radice

    el 02/06/2018

    Ojalà .

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