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11 de enero 2017

Ezequiel Kopel

EL GUARDIÁN DE PERSÉPOLIS

Tiempo de lectura: 5 minutos

La muerte del ex presidente de Irán, Hasemi Rafsanjani, conocido en Argentina por estar acusado de ordenar la voladura de la Amia, representa la pérdida de uno de los padres fundadores de la República Islámica desde su instauración en 1979. Podría decirse que Rafsanjani es el tercer iraní más importante de la Revolución después de sus dos líderes supremos: el fallecido Rudollah Khomeini y el influyente Ali Khameini.

Para muchos fue un nacionalista que valoraba el progreso en su país y buscaba convertirlo en una superpotencia regional. Para otros, un corrupto y millonario charlatán que manejó los hilos de una sangrienta revolución desde sus comienzos. Ninguna de ambas descripciones falta a la verdad en la radiografía de su obituario: fue tanto el ideólogo que persiguió a disidentes iraníes en la década de los 80 y 90 -instaurando escuadrones de la muerte que operaban en el extranjero- como la fuerza detrás del avance de moderados en Irán. Asimismo, fue la “mente” que decidió que el actual líder supremo Ali Khamenei – otrora aliado, luego su rival- tomara el control de la Revolución luego de la desaparición del Ayatollah Khomeini, en 1989, a quien veía, por ese tiempo, como a un líder débil y manipulable.  Gran equivocación.

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Su pérdida representa un duro golpe para los moderados (fue el ideólogo de su surgimiento) que quedaron acéfalos del gran faro que guiaba sus políticas y les daba cobijo con sus declaraciones contra el “fascismo islámico”. Fue el  primer dirigente que alertó sobre el peligro de Mahmooud Ahmedanijed en 2005: ocho meses atrás había dicho, premonitoriamente,  que ya podía morir tranquilo luego de asegurar la victoria de su campo contra los conservadores de Ahmadinejad en las últimas elecciones legislativas. Fue, también, el que apoyó (eligió) a los dos presidentes, Mohammad Katami, en 1997, y Hassan Rouhani, en 2013, que más se acercaron a lo que comúnmente se denomina como “Occidente”.

La pérdida de Rafsanajani representa un duro golpe para los iraníes moderados contra el 'fascismo islámico'

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Su relación con el actual primer mandatario iraní Rouhani data desde el inicio de la Revolución, cuando ambos formaban parte del circulo “chico” de Khomeini y lo apoyaban en la tarea de deshacerse de todas las  fuerzas que no fueran islámicas -mediante detenciones y ejecuciones- en el gobierno de transición que siguió a la fuga del Sha. Meses después, cuando Irak invadió a Irán -en una guerra que duraría 8 años y se cobraría un millón de vidas- Rafsanajani, junto a Rouhani secundándolo, comandó el contraataque persa con una feroz reacción que, con algunas ayudas non sanctas como Irán-Contras, modificarían el rumbo de la guerra. Por ese tiempo, también presidió el Parlamento y luego la influyente Asamblea de Expertos (que selecciona a la autoridad máxima del país, el Líder Supremo) de la cual fue un miembro casi vitalicio, desde 1983 hasta su muerte.

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Los primeros choques con los denominados “conservadores” empezaron hacia el final de la guerra con Irak, cuando el asistente de Khomeini convenció a su maestro de que era el momento de detener el esfuerzo bélico, decisión opuesta a la de la poderosa Guardia Revolucionaria, una suerte de ejército autónomo dentro del propio ejército oficial que se encarga de la inespecífica tarea de “proteger la Revolución”. La Guardia, a pesar de alcanzar el clímax de su poder en la propia presidencia de Rafsanjani, volvió a ponerlo en su mira en cuando, en 2005, denunció a puertas cerradas a la fuerza cuasi paramilitar como los responsables de su derrota contra el entonces intendente de Teherán, Ahmadinejad. El periodista estadounidense-iraní, Jazon Rezaian, recuerda que durante los años que pasó detenido en la infame prisión de Evin, acusado de espionaje, los guardias revolucionarios que lo custodiaban maldecían con los peores epítetos a Rafsanjani cada vez que aparecía en televisión. La otra verdad que Rafsanjani no quiso asumir es que la población prefirió al nuevo contendiente antes que al clérigo por considerarlo menos corrupto: el fallecido premier ha sido acusado de ser el dueño de más de la mitad de Teherán (fue el encargado de su reconstrucción luego de la guerra con Irak y un entusiasta proponente de reformas de libre mercado) y poseer numerosas empresas occidentales en el exterior. La condena de 10 años de prisión a su hijo Mehdi el año pasado -para muchos una sentencia más política que judicial- no hizo más que reafirmar la idea entre sus detractores de que Rafsanjani había usado sus conexiones políticas y posiciones para volverse millonario. Luego de prestar su apoyo explícito a las masivas protestas ciudadanas del Movimiento Verde (moderados), que denunciaron una manipulación electoral para favorecer la reelección de Ahmedinejad, el octogenario religioso-político debió abandonar la presidencia de la Asamblea de Expertos por presiones del mismo Líder Supremo. No obstante, Rafsanjani mantuvo cierta protección que le permitió no ser encarcelado, como sí sucedió con otros líderes políticos y figuras religiosas, y hasta con una de sus hijas.

Caben las palabras del ayatollah Khomeini: 'Mientras viva Rafsanjani el futuro de la Revolución esta asegurado'

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Al parecer, Khamenei no olvidó el papel de Rafsanjani en el desafío público a su figura, al apoyar a los moderados iraníes y, en mismo día de la muerte de su viejo colega, lo despidió con palabras cariñosas a la vez que peyorativas: “Fue con dolor y pesar que recibí la noticia de la desaparición de mi viejo amigo, mi compañero de armas y mi socio durante el movimiento revolucionario islámico y mi colega cercano durante el transcurso de muchos años en la era de la República Islámica. Hujjat al-Islam Wal Muslimeen Hajj Jeque Akbar Hashemi Rafsanjani”. Hasta el más desprevenido no pudo desconocer que el calificativo Hujjat al-Islam denota una jerarquía menor al título correspondiente de Ayatollah (que era la posición de Rafsanjani) en la tradición islámica chiíta. Algo así como despedir a un cardenal en el día de su muerte llamándolo obispo.

Entre sus otros legados se encuentra haber iniciado de una suerte de apertura ante sus rivales sunitas del Golfo  (los mismísimos emires de Kuwait y Qatar lo despidieron con atípicas alabanzas) y tratar de oponerse a la sangrienta participación de Irán y las milicias chiítas en el conflicto sirio. Con todo, caben destacar las pertinentes palabras del ayatollah Khomeini respecto de Rafsanjani: “Mientras viva Rafsanjani el futuro de la Revolución esta asegurado”. El mismo día de su muerte, la gigante empresa europea fabricante de aviones Airbus concluía con un boicot de 37 años contra la Revolución Islámica al entregar su primer avión a  la aerolínea estatal Iran Air.  Treinta y ocho años después, ha llegado la hora de comprobar el silogismo.

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