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21 de mayo 2018

Esteban De Gori

EL DIA DESPUES

Tiempo de lectura: 3 minutos

El chavismo volvió a triunfar en las urnas, pero esta vez, la fiesta fue ganada por la preocupación política. Maduro logró hacer su propia transición con el liderazgo de Chávez, logró surfear eficientemente las internas de su espacio pero perdió –desde la última elección en 2017 a la Asamblea Nacional Constituyente- un poco menos de dos millones de votos. Hasta aquí el oficialismo observa una tendencial reducción de su caudal electoral, un acercamiento a su núcleo más duro y cierta soledad en el podio de ganador.

Esta elección no es una más de las iniciadas en 1998, tal vez, es la más importante para el chavismo a futuro. No solo por las novedades que podrían provocarse a partir de estos resultados (perdida de votos más abstención), sino para su futuro como actor e identidad relevante en la escena política.

El oficialismo obtuvo un apabullante 67.68% de los votos frente al 21.20% de Henri Falcon (Avanzada Progresista) y al 10.20% del empresario y pastor pentecostés Bertucci (Esperanza por el Cambio). La participación fue del 46% de los habilitados para ejercer su voto y se asemeja al 41% de asistencia en la elección de la Asamblea Nacional Constituyente (2017). Ambos procesos electorales introducen un rasgo relevante con respecto a las elecciones anteriores que estuvieron cerca del 70% de asistencia.

El abstencionismo no es un capital político mayoritario que se lleva esta oposición, sino que parte de sus razones deben buscarse en principalmente en el rechazo a la política en general y en una fatiga de credibilidad

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Una primera mirada podría rápidamente otorgarle una victoria a la oposición que se abstuvo de participar en estas elecciones y que hoy está asociada con la mayoría de los espacios de la MUD (Mesa Unidad Democrática). Pero con estos resultados no salen fortalecidos Henrique Capriles, Leopoldo López o Corina Machado. El abstencionismo no es un capital político mayoritario que se lleva esta oposición, sino que parte de sus razones deben buscarse en principalmente en el rechazo a la política en general y en una fatiga de credibilidad. Un individualismo silencioso y apático se va forjando, que observa de reojo la politización envolvente del sistema político y de sus actores y que poco se conecta –todavía- con un rechazo masivo y callejero. Hay algo del ensimismamiento en la vida cotidiana y un lento y ambivalente enganchamiento y desenganchamiento de las promesas partidarias. Ante la crisis el pragmatismo organiza el mundo de posibilidades.

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Venezuela está frente a una tormenta política. Un chavismo que solo concentra cada vez más en su voto duro y que deja de interpelar a una parte del electorado que carga con la erosión de sus expectativas. Una oposición -ahora abstencionista- que no ha logrado constituirse en una oferta legitima para la mayoría de los votantes (no ha capitalizado el abstencionismo) y una oposición electoral que participo y que no pudo convocar o traccionar a una parte de ese ausente 54% que decidió no ejercer su voto. Falcón y Bertucci quedan mejor parados frente a la oposición abstencionista y con ciertas posibilidades de construcción a futuro, sobre todo, el segundo candidato, pero en la actualidad han demostrado ser fuerzas políticas con poca capacidad de modificar el tablero.

Un individualismo silencioso y apático se va forjando, que observa de reojo la politización envolvente del sistema político y de sus actores y que poco se conecta –todavía- con un rechazo masivo y callejero.

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Los resultados colocan a Maduro ante la necesidad de introducir cambios y a la oposición de construirse en un actor creíble. Por ahora, el actual presidente es quien posee mayores recursos para ampliar su electorado. El Estado, hoy, sigue siendo el único agente que garantiza e imprime una idea de orden. Es el único gran actor que se hace presente –con sus falencias y eficacias- en el mundo ciudadano. La gestión de lo estatal, si hacemos una mirada rápida de los resultados, parecería que la ciudadanía la ha dejado todavía en manos del chavismo. Situación que en la actualidad presionará más de lo que aliviará al oficialismo y al propio Maduro para llevar buenos resultados a los suyos.

El laboratorio chavista tendrá que ver que hace con los deseos y expectativas ciudadanas y con este triunfó en un convulsionado contexto político. No hay mayor corrosión del Estado y de sus instituciones, como de las rutinas del mercado como la velocidad pragmática de la subjetividad posmoderna. A su vez, tendrá que ver como da refugio a los votos que se fueron, a sus expectativas y a deseos. En esa carrera están todos, oficialismo y oposición y a la larga puede llegar cualquiera.

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Comentarios

  1. Nn

    el 22/05/2018

    Cuando dejen de boicotear a su economia exijanle los exitos q no ha podido entregar a su pueblo.Mientras tanto la solidaridad de ese pueblo es emocionante!!

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