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¿CRISTOFOBIA EN BRASIL?

Tiempo de lectura: 4 minutos

I

Durante los últimos meses, el escenario político brasilero y los análisis que ha suscitado han estado teñidos de religiosidad. Esto no sorprende en un país cuya población es mayoritariamente creyente en algún tipo de deidad (92%, liderando la católica romana y la protestante en su versión pentecostal y carismática), pero parece que la religiosidad va ganando terreno en la arena pública (o política) y en la manera de entenderla.

El pasado 7 de junio se celebró en las calles de San Pablo el desfile del conjunto de LGTB, como todos los años. La novedad esta vez fue la puesta en escena de la crucifixión de una artista trans, Viviany Beleboni, simulando a Cristo en el Vía Crucis, bajo el cartel que reemplazaba el famoso “INRI”, por la leyenda “Basta de homofobia LGTB”, visibilizando a los 326 muertos, casi uno por día, por razones homofóbicas, del pasado año.

El rechazo de buena parte de la opinión pública no se hizo esperar, como era previsible y como sucede tras los desfiles gay en todos los países latinoamericanos donde se celebran. La novedad en este caso fue que la reacción consiguió paralizar durante un par de horas la discusión sobre la reforma política en la mismísima Cámara de Diputados. En efecto, el día 10 por la noche, mientras se debatía la Reforma Política en curso, legisladores de diferentes partidos pero que integran las llamadas bancadas evangelista, católica y de defensa de la vida y la familia (un total de 330 diputados , de los 513 que posee la Cámara) interrumpieron la votación para presentar una nota de repudio a “la profanación contra el símbolo religioso”. Que la votación se interrumpiera más tiempo del que lleva leer una breve nota se debió a que los parlamentarios hicieron su propio “desfile”, elevando pancartas con imágenes del “escándalo”, y subiendo hasta las tribunas para cantar el padre nuestro. El acto finalizó con un estridente ¡“viva Jesus Cristo”! gritado a coro por una mayoría de legisladores, incluido el presidente de la Cámara, Eduardo Cunha.

Esto no dejaría de ser anecdótico si no fuese porque, por un lado, los medios ya han expuesto en ocasiones a personajes crucificdos en sus portadas, como a Neymar en la revista Placar, y a nadie le pareció que mereciera revuelo, seguramente porque el que figuraba en lugar de cristo era un “semejante” (ámalos, reza el credo), alguien “como uno” y no un sacrílego transexual. Por otro, porque buena parte de los proyectos que se están debatiendo y votando en Diputados han sido propuestos por legisladores que pertenecen a las bancadas religiosas y que son mayoría en las comisiones sensibles a los temas que afectan cuestiones éticas y morales, como las de Justicia y de Derechos Humanos. Ejemplo de ello son, entre otras, el llamado “Proyecto cristofobia”, presentado por el diputado evangélico Roberto Rosso que busca que el “ultraje al culto e impedimento o perturbación del acto a él relativo” sea considerado “crimen hediondo”, similar a lo que en Argentina puede considerarse un delito grave. Con ello, si este proyecto se vota favorablemente, como pretende Cunha, la “cristofobia” tendría el mismo status que el femicidio o la corrupción, modificaciones al Código Penal votadas recientemente. Otra medida que está en vías de aprobación es la que llaman “Estatuto de la Familia”, que busca revertir derechos ya reconocidos en Brasil como la adopción y el casamiento civil en parejas del mismo sexo. Una última propuesta significativa en este contexto, y que ya ha sido aprobada por Diputados, es la de la exención impositiva a las iglesias (medida incorporada “entre gallos y medianoche” en el debate por el Presidente de la Cámara, Cunha, que es evangélico). Esta medida representa una importante reducción de la recaudación, en momentos en que el gobierno está aplicando un severo ajuste fiscal para equilibrar las cuentas públicas.

II

No es de extrañar que hasta en el tema de los recortes las metáforas religiosas se cuelen. Se ha dicho que el Ministro de Economía del vecino país, Joaquim Levy, es un “Judas” -aludiendo a la “traición” que representan para el gobierno del PT sus medidas económicamente ortodoxas para “sanear” el déficit fiscal. Ante las críticas por parte de importantes miembros del PT (Partido de los Trabajadores) y de otros partidos progresistas hacia la figura del titular de Hacienda, la presidenta Rousseff salió a defender a Levy y condenar que sea llamado Judas. Su vicepresidente, Michel Temer, fue un poco más allá y señaló que Levy “tiene que ser tratado como Cristo, que sufrió mucho, fue crucificado, pero tuvo una victoria extraordinaria (…) Y creo que el ajuste fiscal que Levy está llevando hacia adelante va a representar eso.. menos Judas y mucho más Cristo”

La Senadora Marta Suplicy, quien abandonó el PT el pasado abril, también criticó que desde el PT se llame “Judas” a Levy, señalando que el “pecado original” -¡otra metáfora religiosa!- del gobierno no es Levy, sino la crisis económica que no supo prever ni sortear a tiempo. Y que de este “pecado original” el responsable no es Levy. En todo caso, Levy es quien fue elegido para solucionarla; es decir, desliza que la verdadera Judas es la traidora presidenta. ¿Quién es Levy en definitiva? Por su ser un buen profesional y venderse al mejor postor, Levy se parece más -y espero sea ésta la última metáfora religiosa- a María Magdalena. Ingeniero naval y doctorado en Economía en la Escuela de Chicago, ocupó cargos en el Fondo Monetario Internacional y fue vicepresidente del BID durante la década de los ’90. En el 2000 fue designado Secretario Adjunto de Política Económica del Ministerio de Hacienda y al año siguiente ejerció en el Ministerio de Planeamiento. Ambos cargos desempeñados en el gobierno de Fernando Henrique Cardozo, figura del principal partido opositor al PT. Pero también fue, luego en 2003, Secretario del Tesoro Nacional bajo la presidencia de Lula da Silva, cargo que dejó en 2006 para trabajar como alto ejecutivo del segundo mayor banco brasilero, Bradesco. Ahora es Ministro de Hacienda de Dilma. ¡Que Dios los ayude!

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Comentarios

  1. Don Cal-lo (@CarlosJB7)

    el 29/07/2015

    Hace tan sólo unos días el Sr. Jorge Bergoglio, como representante del negocio conocido como Iglesia Católica, pidió perdón en nombre de esa empresa por los innumerables daños y crímenes cometidos en nombre de la iglesia o con su bendición.

    Esto debería hacer reflexionar a quienes dirigen los países -y por supuesto a quienes votan, pero esa es otra historia- en el sentido de que si hizo daño, ese daño está todavía presente en forma de supersticiones absurdas derivadas de la falta de Cultura. La ignorancia genera miedos y los miedos general dioses y líderes.

    Nunca triunfará ninguna revolución que implique la patología religiosa en sus postulados.

  2. Ea

    el 29/07/2015

    Muy genial el artículo!

  3. gloria

    el 31/07/2015

    Pobre Cristo de los ricos, como te tergiversan!

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